En la localidad de Cojobar, a pocos kilómetros al sur de la capital burgalesa, da comienzo este tramo cargado de historia y prehistoria, habiendo encontrado numerosos hallazgos de restos de dinosaurios y siendo testigo, según lo narrado en el Cantar de Mio Cid, del paso en su destierro de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador.
Este tramo de casi 37 km del antiguo trazado ferroviario Santander – Mediterráneo entre Cojobar y Cascajares de la Sierra, comienza en la localidad burgalesa de Cojobar, concretamente a continuación del final del tramo Burgos-Cojóbar. Pocos metros después del inicio se alcanza la antigua Estación de Cojobar. Tras superar el primer kilómetro de etapa un cruce de caminos invita a visitar la localidad de Olmosalbos, donde destaca el Torreón de los Gamarra.
Continuando por donde antaño viajaba el tren, el caminante llega a la localidad de Revillarruz, en la que su iglesia de la Natividad de San Juan Bautista se erige dominadora del paisaje. Se transita en paralelo al río Ausines para finalmente cruzarlo por el puente al efecto disfrutando de la abundante vegetación de ribera. Custodiados por cultivos de secano se levantan en los pequeños cerros aerogeneradores para producción de energía eléctrica.
La localidad de Los Ausines, con el barrio de Quintanilla y una gran cantera a cielo abierto reciben al viajero, encontrándose poco después la antigua Estación de Los Ausines, dotada con un Área de Descanso. Los Ausines está compuesta por tres barrios que el trazado va dejando a la izquierda, en primer lugar el ya mencionado barrio de Quintanilla con la iglesia de Santa Eulalia y el puente medieval sobre el río Ausines. Coincidente con el punto kilométrico 8 se deja a la izquierda el barrio de San Juan y poco después el barrio de Sopeña.
El trazado avanza en paralelo a la carretera BU-P-8012 y tras el punto kilométrico 12 se alcanza el Área de Descanso de Revilla del Campo, dotada con instalaciones deportivas y que ha conservado elementos originales de la línea de ferrocarril. La localidad de Revilla del Campo llega a continuación, con un barrio a cada lado del itinerario. Después de abandonar la población el Camino Natural vuelve a avanzar en paralelo a la carretera, atravesando una zona con numerosos montes de encinas (Quercus ilex) y vegetación de ribera dominada por álamos blancos y chopos (Populus sp.), debido a la humedad proporcionada por el río Lara.
Superado el punto kilométrico 16 se cruza la carretera que da acceso a la localidad de Quintanalara, en cuya entrada se rinde homenaje al ferrocarril Santander – Mediterráneo con varios elementos de este trazado ferroviario.
Un nuevo cruce de carreteras indica la posibilidad de visitar la localidad de Torrelara, compartiendo desde hace varios kilómetros localidades de paso con el Camino del Cid (GR-160), emulando el viaje de Rodrigo Díaz de Vivar en su destierro, según lo narrado en el Cantar de Mio Cid.
Los quejigos y melojos hacen acto de presencia al mismo tiempo que se divisa por primera vez Peñalara, hito orográfico de mayor importancia en el trazado. Después se deja a la derecha la pequeña localidad de Paules de Lara apareciendo a la izquierda de Peñalara los restos del Castillo de Lara.
Tras el punto kilométrico 24 se cruza la carretera que da acceso a Aceña de Lara, y dos kilómetros después se divisa la iglesia de Lara de los Infantes. Poco antes de cruzar la carretera que da acceso a Campolara el itinerario alcanza la antigua Estación de Campolara, cuyos edificios son fieles testigos del abandono y el paso del tiempo. Tras esta sucesión de localidades el Camino Natural prosigue su recorrido entre tierras de labor.
Sobrepasado el kilómetro 30 se cruza el puente sobre el río Valparaiso con una nutrida representación de álamos blancos (Populus alba), siendo la antesala de la localidad de Villaespasa, con su iglesia de Santa Eulalia dominando el paisaje. Dos kilómetros después el viajero afronta la parte final de este tramo, comenzando una suave bajada que le despide de la omnipresente Peñalara siempre que echaba la vista atrás.
Se cruza el río de San Martín por el puente al efecto, tornando el trazado dirección sur, comenzando a aparecer ejemplares de sabina (Juniperus thurifera) según se acerca el itinerario al espacio natural protegido de los Sabinares de Arlanza (LIC y ZEPA), ubicado junto al final del recorrido.
Inmediatamente después del cruce de la carretera que conduce a la localidad de Cascajares de la Sierra se cruza el puente sobre el río del Salcedal. En estos últimos compases del recorrido un denso melojar (Quercus pyrenaica) acompaña al viajero a la izquierda del trazado, finalizando el viaje en el antiguo Apartadero de Cascajares-Hortigüela, dotado de panel interpretativo y Área de Descanso.
Múltiples son los puntos de encuentro entre el antiguo trazado ferroviario del Santander – Mediterráneo, y por ende su Camino Natural, con el Camino del Cid. Esta ruta revive la realizada por Rodrigo Díaz de Vivar, según lo narrado en la obra anónima de finales del siglo XII o principios del XIII, el Cantar de Mio Cid. Por diversos acontecimientos bélicos el Cid Campeador fue castigado con el destierro, debiendo dejar atrás a su familia y su lugar de origen, abandonando el reino en el corto plazo de 30 días. El recorrido atiende a lo narrado en la obra literaria, si bien existen zonas descritas con poca precisión por lo que los itinerarios han sido adaptados dependiendo del medio de locomoción en que se realicen.