Esta es la última etapa que discurre por entero en la provincia de Zaragoza. En ella se acompaña al río Matarraña hasta su desembocadura en el Ebro, en el embalse de Riba-roja. Caminando entre los paredones que encajan al Matarraña, esta etapa termina en Fayón, municipio testigo de una de las más conocidas batallas de la guerra civil: la batalla del Ebro.
Partiendo del punto final de la etapa 8 en Nonaspe, para ir hacia Fayón se continúa por la calle de Maella hasta llegar a la plaza de San Bartolomé. Desde la plaza se toma la avenida de Millán, que en bajada abandona el pueblo, pasando bajo la avenida Orbe Cano.
Tras llegar a la orilla del río Algars, se ha de tomar el camino a la izquierda, que en seguida llega a un puente. Antes de cruzar y continuar la ruta, siguiendo de frente es posible llegar a la zona recreativa de la ermita de Nuestra Señora de Dos Aguas. Esta ermita barroca, del siglo XVIII recibe su nombre por encontrarse justo en la confluencia del río Matarraña con su tributario, el Algars. Además del edificio religioso, esta zona cuenta con un área recreativa con bancos y barbacoas, una zona de acampada y una reconstrucción de un antiguo molino de aceite, el Molí de la Plana.
Retomando el camino, el río Algars se cruza por un estrecho puente de hormigón que da paso a un camino de grava que gira a la izquierda y llega a un cruce tras escasos cien metros. Por la derecha se inicia la ruta para llegar al castellet de Faió (castillo de Fayón), un torreón de vigilancia construido en el contexto de la tercera guerra carlista que va a vigilar el camino durante los próximos cuatro kilómetros. El Camino Natural, sin embargo, continúa de frente, por un firme que va alternando tramos de grava con tramos de tierra, con cultivos de viñedos y árboles frutales a la derecha y la orilla del río Algars a la izquierda.
A menos de un kilómetro del mencionado cruce, se alcanza la confluencia de los ríos Matarraña y Algars, con la ermita de Nuestra Señora de Dos Aguas visible al otro lado del río. A partir de este punto, el Camino se despide del río Algars para continuar a la orilla del río Matarraña casi todo lo que resta de etapa. También a partir de este punto va a ser visible el ferrocarril Zaragoza-Caspe-Barcelona, otra compañía casi constante del camino hasta su final.
El camino se abraza a los paredones verticales de la orilla izquierda del río, quedando en este tramo al otro lado del río los cultivos abancalados en su vega. La acumulación de aguas en esta parte del río (debido al azud del “Pla Embataller”) sirve de zona de descanso a diferentes aves acuáticas como garcillas, fochas o patos.
Tras pasar bajo un viaducto del ferrocarril, y junto al azud mencionado, los cultivos vuelven a esta orilla del río, antes de que el camino comience una exigente aunque no demasiado larga (apenas dos kilómetros) subida entre pinos carrascos. Tras coronar el collado, y antes de emprender la bajada al otro lado, merece la pena desviarse momentáneamente y disfrutar de las vistas que ofrece el mirador de la Revuelta de Ribers. No solo se tienen unas magníficas vistas a ambos lados de este saliente sobre el río Matarraña, sino que será fácil observar a los buitres leonados que anidan en la zona, sobrevolando muy cerca al viajero.
El río está más encajonado desde este punto hasta su desembocadura, aun así, se aprovecha cada centímetro de su llanura de inundación para la agricultura. Así, al volver a cruzar de orilla por un badén de hormigón, el camino vuelve a estar acompañado por los cultivos, aunque al transcurrir cerca del cauce, es posible ver las curiosas formas de las rocas del lecho. También volverá a aparecer momentáneamente, en la ladera opuesta del valle, el ferrocarril.
El cauce del río comienza a aumentar considerablemente a partir de este punto, señal inequívoca de que ya está próxima la desembocadura del río. El camino se acompaña en un primer tramo de carrizales cuando el río está muy cerca, y de pinares en cuanto se separa unos metros, y más adelante pasea entre olivares hasta llegar a la carretera CV-103.
Apenas hay que circular 100 m por el asfalto, pero conviene extremar las precauciones. Se deja la carretera junto a un puente por el que se puede llegar a la estación de ferrocarril de Fayón-La Pobla de Massaluca, punto final de una de la etapa 36.1 del Camino Natural del Ebro; de hecho, hasta el final de esta etapa se va a compartir, en dirección Fayón, el trazado con este Camino Natural.
Dejando atrás el puente, antes de que el camino emprenda la subida entre las paredes del barranco para llegar a Fayón, aún queda una sorpresa en la orilla del Matarraña. A la derecha, bajo uno de los paredones verticales característicos de este tramo final del río, sobresalen los restos del viaducto y el túnel que atravesaba la montaña para llegar a la estación del Viejo Fayón. Muchas veces fue derribado y reconstruido el viaducto, hasta que finalmente se desmanteló cuando el Viejo Fayón se sumergió bajo las aguas del embalse de Riba-roja.
Desde este punto, queda poco más de un kilómetro para llegar al final del camino natural, la subida hasta el pueblo es un poco empinada, caminando entre las altas paredes de un barranco, pero en unos 800 metros se llega tras pasar un olivar, a la ronda del Amanecer, recorriéndola hasta su final, donde se encuentra el panel que marca el final de esta etapa. El Camino Natural del Ebro continúa su travesía a partir de este punto, en dirección a Mequinenza.
El pueblo, de fundación relativamente reciente (1967), se construyó para alojar a los habitantes del pueblo viejo de Fayón, que quedó sumergido en las aguas del embalse de Riba-roja, y cuenta con un museo dedicado a la batalla del Ebro. Los alrededores del pueblo cuentan con puntos de interés que conviene no perderse. En lo alto de la colina junto a la que se asienta el cementerio se pueden encontrar vestigios de la guerra civil, concretamente la “posición Fayón” del bando sublevado. A algo más de dos kilómetros, en lo alto de una colina rodeada por las aguas del Matarraña y el Ebro, se encuentra la ermita de Nuestra Señora del Pilar, magnífico mirador sobre el embalse de Riba-roja y desde donde se pueden observar los únicos restos que quedan del pueblo viejo de Fayón, las ruinas del castillo y la torre de la iglesia, único edificio no demolido antes del llenado del embalse.
En una iniciativa de la asociación Memoria Histórica Militar Ebro 1938 de Fayón, tras una exitosa exposición temporal se consiguió la cesión de una nave municipal y, gracias al plan de Dinamización del Producto Turístico, se consiguieron los medios para terminar de habilitar un espacio museístico dedicado a esta decisiva batalla de la guerra civil. En sus 1000 m2 de exposición se presentan objetos como piezas de artillería, armamento o uniformes, además de relatar el desarrollo de la batalla mediante abundante material audiovisual (paneles, videos, fotografías…). El museo se encuentra en Fayón, en la bajada de la Fábrica, S.N. (calle B), y se puede visitar de lunes a jueves de 18:00 a 20:00 y los fines de semana y festivos de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 20:00.
Como curiosidad, esta asociación también organiza anualmente una recreación histórica de la batalla.
Fayón, la localidad en que termina esta etapa del camino, es en realidad la heredera de otra población homónima que quedó sumergida bajo las aguas del embalse de Riba-roja.
Situada a orillas del Ebro, se trataba de una próspera localidad con abundante actividad minera ligada al lignito, por donde pasaban los productos comerciales de camino al Mediterráneo y la línea de ferrocarril Zaragoza-Barcelona por Caspe.
Durante la construcción del embalse de Riba-roja en el río Ebro, entre 1958 y 1967, se construyó el actual pueblo para alojar a los vecinos, dado que el viajo Fayón iba a quedar inundado por las aguas del embalse. Aunque se llegó a un acuerdo tras negociaciones con la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana (ENHER) para la recolocación de los vecinos, no todos los vecinos del viejo Fayón se trasladaron al pueblo de nueva construcción.
La mejor manera de observar los restos que quedan del pueblo viejo de Fayón es desde el mirador del Ebro, junto a la ermita del Pilar. Hacia el Sureste aún quedan en pie las casas de los ferroviarios y los restos del cementerio. Hacia el Norte, sobre un roquedo, el castillo de Badón, una fortaleza construida en el siglo XIV sobre otra fortificación de origen musulmán de la que apenas se conservan varios paños de sus murallas (reformadas durante las guerras carlistas) y los restos de la torre; y justo a los pies del castillo una de las estampas más características de la zona, la torre de la iglesia parroquial sobresaliendo entre las aguas del embalse, la cual fue edificada a finales del Renacimiento sobre una capilla, estaba dedicada a San Juan Evangelista y presentaba en su fachada principal un par de columnas de piedra pulida coronadas por un friso.
-Tramos compartidos con senderistas.
-Tránsito por el centro algunos núcleos poblacionales.
-Debido a que el trazado transcurre próximo a cauces fluviales, atravesándolos en varias ocasiones, se identifican posibles discontinuidades estacionales causadas por crecidas, aumentos de caudal, riadas o tránsito por zonas inundables.
-Infórmate sobre los aspectos técnicos de la ruta y sobre la meteorología del día.
-Cuida del medio ambiente. Procura no molestar a los animales ni deteriorar la vegetación. Respeta las zonas privadas.
-Debes dar prioridad a los peatones y cumplir con las normas generales de circulación.
-El entorno por el que vas a circular es abierto, de libre circulación y escenario de múltiples actividades (deportivas, forestales, ganaderas y agrícolas). Mantén una actitud comprensiva, prudente, responsable y respetuosa.