Resumen: Dada la baja rentabilidad del sector, y por no tener confianza los empresarios en el desarrollo del mismo y faltar una organización adecuada del Crédito Agrícola, los créditos concedidos en los últimos años han sido muy escasos para realizar las inversiones que se precisaban. La Banca privada concedió al sector en 1971 sólo 50.884 millones de pesetas, un 4,1 por 100 del total del sistema, cuando la aportación del sector al producto nacional bruto supuso más de un 15 por 100, añadiendo a esta cifra las concesiones de la Banca oficial y de otros organismos, se llegó a un total de 114.000 millones de pesetas, y, por consiguiente, la inversión fue en ese año de sólo 42.692 millones de pesetas, cifra bajísima. En años anteriores el problema estuvo aún más acusado. Por todo lo anteriormente expuesto, consideramos que si queremos tener una agricultura competitiva cara al año 2000, y con independencia de la necesidad de un Plan Global a Largo Plazo para el desarrollo del sector, en lo que concierne al Crédito Agrícola, pensamos hay que reorganizar el Crédito Oficial Agrario, ampliar los fondos públicos a él destinados, cambiar el sistema de garantías y plantear la financiación del capital territorial para movilizar las estructuras.