Resumen: La demanda creciente de productos derivados de la madera, de espacios de recreo y de un medio natural de calidad están transformando el monte y los bosques, de espacios lejanos en un valor estratégico y socialmente vigilado. La capitalización de unos montes, sometidos a un excesivo riesgo de incendio, plantea dos retos primordiales. En el ámbito de la población general urge la difusión de una cultura forestal, que permita comprender el valor y la complementariedad de las diversas funciones del monte y favorezca la generalización de conductas sociales correctas y responsables. En segundo lugar, los agentes directamente implicados tienen que implementar un proceso de integración corporativa, en orden a garantizar un desarrollo sostenible de los recursos forestales y ocupar una posición sólida a escala internacional. En España el eslabón más frágil pero crucial -porque de él depende el recurso- es el desarrollo asociativo de los más de dos millones de pequeños silvicultores que, en las condiciones actuales de olvido, no se sienten incentivados a cuidar sus montes.