Resumen: La política agrícola de la CEE ha sido, hasta ahora, principalmente una política de precios. Partiendo de esta probada afirmación, el autor hace un análisis de las consecuencias positivas y negativas que tal política ha significado para la agricultura de cada Estado miembro, con un énfasis especial en el caso de Italia. Después de demostrar con cifras la disparidad de las situaciones iniciales en el momento de la puesta en marcha de la CEE, tanto a nivel nacional como a nivel regional, -con referencia especial a la estructura dualista de la agricultura italiana- las implicaciones de la política agraria de la CEE sobre la evolución de la estructura de las explotaciones y de la producción en cada país considerado. El propósito es verificar que estas condiciones aun siendo tan diversas, política de precios, mientras se centra en algunos productos, ha favorecido la agricultura de ciertos países y regiones, discriminando a otras áreas -en particular el”Mezzogiorno” italiano con su típica producción mediterránea- cuya dependencia de la actividad agrícola es manifiesta y necesita más que cualquier otra asistencia urgente. Se deduce, como consecuencia, la necesidad por parte de la Comunidad, de establecer tres líneas de política: una política que intente directamente sostener los ingresos de las explotaciones -–vitando los efectos discriminatorios de una política de precios-, una política que mejore la estructura de la explotación –que nunca fue importante comparada con la política de precios- y finalmente una política de desarrollo regional que contemple globalmente los problemas de las zonas más desfavorecidas.