Resumen: Las comunidades rurales que sufren las consecuencias de una economía anticuada buscan su solución en la tecnología y el turismo. Sin embargo, lejos de ser una panacea, esos estímulos económicos exigen que los planificadores creen una estrategia para responder a las necesidades de desarrollo de cada comunidad y, al mismo tiempo, reducir al mínimo los efectos secundarios imprevistos sobre los residentes y los negocios locales. En este trabajo, los autores comunican sus experiencias sobre la introducción de la tecnología y del turismo como estrategias de desarrollo económico rural y analizan los resultados de una serie de recientes proyectos de investigación y de reactivación. Entre otras conclusiones, se pone de relieve que es necesaria la participación de los ciudadanos locales, no solo porque es una manera de movilizar apoyos o de obtener información, sino también porque compromete a los ciudadanos, a los grupos, a las corporaciones y al gobierno, en un proceso lleno de tensiones internas para dar cabida al cambio. En este sentido, es preciso considerar el proceso de planificación como una etapa cambiante y fluida, que tantea los recursos externos al mismo tiempo que maneja el conflicto interno sobre el mejor empleo de estos recursos. Así pues, para afrontar sus tareas, el planificador necesita una capacitación técnica pluridisciplinar que incluye el dominio de las Ciencias Sociales.