Resumen: El autor demuestra la improcedencia de adaptar simplemente la experiencia adquirida del desarrollo económico de los países industrializados al proceso actual de los países en evolución. La política de industrialización forzada puede causar a un determinado país en desarrollo perjuicios graves cuando no aumenta simultáneamente la producción agraria. Esta argumentación se ilustra al analizar el proceso de desarrollo de algunos países sudamericanos (Argentina, Chile y Brasil). Para el desarrollo rápido de un país económicamente subdesarrollado se llega a las siguientes conclusiones objetivas: 1. Una cierta industrialización es requisito precisa para conseguir un notable progreso económico. 2. Este proceso de industrialización es requisito necesario, aunque no suficiente, para el progreso económico. 3. El progreso orgánico de una economía subdesarrollada no debe plantearse en los siguientes términos: «industrialización» o «fomento de la agricultura», sino más bien conjuntamente el uno y el otro, considerando que la relación entre los dos sectores es diferente según la estructura de cada país. 4. Además del desarrollo agrícola-industrial existen otros sectores dignos de atención, siempre que se aspire a un desarrollo equilibrado en la economía: comunicaciones, nivel educativo, formación interna de capital, etc. 5. Un rápido progreso económico sólo puede complicarse mediante una programación consciente del desarrollo.