Resumen: El objetivo de este artículo es plantear una serie de cuestiones relativas a la incidencia que pueden tener los cambios en los precios de los productos energéticos en la demanda y la producción de alimentos. Por ello, se ha analizado este problema partiendo de la consideración del sector agroalimentario como un conjunto de actividades que comprenden las fases de la producción agrícola y las de transformación y distribución de productos elaborados. Del análisis realizado parece derivarse una serie de conclusiones: en primer lugar, la existencia de actividades “no tradicionales” en la producción de alimentos que, aunque no son importantes como consumidoras de energía, condicionan en gran medida la producción y la demanda del sector. En segundo lugar, la pequeña incidencia que podrían tener las medidas de ahorro energético, dirigidas de forma aislada hacia cualquiera de las fases del proceso de producción de alimentos, en el gasto total de energía del sector. En este sentido, se propone la articulación de una política económica global, tanto de los distintos sectores integrados dentro del “macrosector alimentación” como de los objetivos (a veces contradictorios) a alcanzar.