A través del Camino Natural de Carballeda nos adentraremos en la sierra orensana de Pena Corneira, el espacio natural protegido más extenso de Galicia, surtido de grandes bolos graníticos y de viejos molinos restaurados, y situado dentro de la comarca de O Ribeiro, una zona rural de extraordinaria belleza donde el cultivo de la vid en los fértiles valles confiere una personalidad propia al paisaje.
Los aproximadamente 18 kilómetros del Camino Natural de Carballeda discurren por el término municipal de Carballeda de Avia, en la comarca de O Ribeiro, una de las más vitivinícolas de Galicia, situada al noroeste de la provincia de Ourense, y caracterizada por fértiles valles de laderas dedicadas históricamente al cultivo de la vid, con la que se elabora el famoso vino de Ribeiro.
La comarca está atravesada de noroeste a suroeste por el río Miño, cuyos afluentes, el Avia y el Arnoia, bañan estas tierras. En Ribadavia, el Miño recibe las aguas del Avia, que baja por la sierra del Suído, frontera natural entre las provincias de Ourense y Pontevedra, y que forma el embalse de Albarellos en los municipios de Avión y Leiro. Un poco más al sur, el río Arnoia, el más largo de la provincia, con sus casi 85 km de longitud, aporta su caudal al Miño por la margen izquierda.
El Camino Natural de Carballeda nos dará la oportunidad de conocer la belleza paisajística de esta zona rural, casi mística, desde los molinos de A Veronza hasta los montes de la Serra do Faro. Si se desea a través de un ramal se podrá acceder al Monumento Natural de la sierra de Pena Corneira, donde el ser humano ha ido adaptando sus modos de vida y producción a los criterios impuestos por la naturaleza.
La sierra de Pena Corneira, declarada Monumento Natural en 2007, y surtida de imponentes bolos graníticos, es la gran protagonista de esta ruta. Con sus 998 ha, esta sierra constituye uno de los espacios naturales protegidos de mayor extensión de Galicia, abarcando parte de la superficie de los ayuntamientos de Carballeda de Avia, Leiro y Avión. Pena Corneira, el gran cuerno de piedra, se alza en vertical con sus diez metros de altura sobre otras grandes rocas, constituyendo el referente visual desde casi cualquier punto del valle del Avia.
La mayor parte del Camino Natural de Carballeda discurre por pistas forestales salpicadas de numerosos molinos recuperados y consta de un tramo principal y un ramal. El tramo principal va desde A Veronza hasta el Curro del Faro das Laceiras.
Poco antes de llegar a este lugar, a la altura del área de descanso de Abelenda, sale el ramal de hacia Pena Corneira-Bolos.
El camino principal, de algo más de 13 km, discurre entre el área de descanso de los molinos de A Veronza y el área del Curro del Faro das Laceiras, en A Portela do Pau.
La evolución histórica del municipio de Carballeda está íntimamente relacionada con la historia de la comarca de O Ribeiro, desde los yacimientos castreños y la presencia de romanos y suevos, hasta las disputas en la Edad Media entre señores, las revueltas contra el poder feudal y el dominio ejercido sobre estas tierras por monasterios como los de Celanova, Oseira o Melón.
Desde el núcleo de Carballeda de Avia, caminando en dirección al área de descanso de A Veronza, donde se inicia la ruta, se puede visitar la iglesia de San Miguel, el edificio religioso más notable del municipio, y la capilla de San Lorenzo.
Ya en el área de descanso de A Veronza, se localizan varios molinos restaurados, prueba de la importancia que tenía el agua en la vida cotidiana en Galicia, donde estas construcciones no sólo fueron utilizadas por sus propietarios, sino también por el resto de los habitantes de la zona, que pagaban la molienda con una proporción de la harina obtenida “a quenda”, previamente reglamentada.
Desde A Veronza, se emprende el camino principal al borde del regato de Gateira. Atravesando los bosques de ribera, que alternan con zonas de cultivo, viñedo y pinares de pino del país, el sendero discurre cerca del regato hasta alcanzar una carretera. Desde este punto, a la izquierda, se puede hacer una breve excursión hasta el núcleo de Muimenta para ver su iglesia románica.
Junto al camino en contacto con el río, crecen sauces (Salix atrocinerea) y alisos (Alnus glutinosa) formando extensos bosques de ribera, y algún que otro alcornoque (Quercus suber) o madroño (Arbutus unedo). Los bosques, en su mayor parte de robles (Quercus robur) y rebollos (Quercus pyrenaica), acompañados de castaños (Castanea sativa), se verán sustituidos más adelante por la vegetación propia de las cumbres, caracterizada por extensas matas de matorral con algunos pinos silvestres (Pinus sylvestris) de porte mal formado por la dureza del clima.
Continuando por la ruta principal en dirección al Curro del Faro das Laceiras, y dejando el río a la izquierda, se llega a un molino que probablemente es el más antiguo de la comarca. Es más pequeño que el resto de los molinos de la zona y destaca por su tejado de “lousa do país”, ejemplo claro del aprovechamiento de los recursos del entorno por nuestros antepasados.
El granito, como material de construcción para los molinos, se hace evidente a lo largo de todo el itinerario y muestra de ello son las imponentes elevaciones formadas por los bolos graníticos tan característicos de la sierra de Pena Corneira, que se comienzan a ver ya en este tramo. Estas rocas se formaron hace 300 millones de años por una masa de magma que se solidificó en la corteza terrestre a gran profundidad. Complejas asociaciones con formas geológicas convierten a esta sierra en un enclave de gran interés para geólogos de todo el mundo.
Alcanzada el área de descanso de Abelenda, en la bifurción del camino, se localizan de nuevo varios molinos restaurados. Precisamente, detrás de uno de estos molinos, sale el ramal que llevará hasta Pena Corneira.
Para continuar por el camino principal, cruzaremos el arroyo de Gateira por un puente, en dirección a las ruinas de Sariñas. En este tramo del Camino queda patente el fenómeno de la despoblación y el abandono rural, tan frecuente hoy en día. Continuando la ruta, se cruza la aldea de As Fermosas. La senda discurre por la loma del monte, ofreciendo unas magníficas vistas a ambos lados del sendero, donde el ganado de caballos y vacas pasta tranquilamente en régimen de semilibertad.
Ya próximos al Curro, la ruta comienza a ascender por amplios caminos forestales, entre matorral y pinos silvestres que, por su porte y altura, indican las duras condiciones climáticas del lugar. De esta forma se llega al Curro del Faro das Laceiras, situado a una altura superior a los 1.000 m, donde se observan los característicos bolos. El matorral y las rocas, de curiosas formas, dominan el paisaje de este entorno natural.
Además de la ruta principal, existe un ramal de unos cinco kilómetros que parte del área de descanso de Abelenda hacia el norte, hasta Pena Corneira. Tomando este ramal, después de una pequeña subida, hay un desvío al núcleo de Abelenda das Penas para visitar la iglesia de San Andrés, que llegó a relacionarse incluso con la orden de los Templarios, y en cuyas proximidades se podrá ver un magnífico cruceiro del siglo XVII y un yacimiento romano.
Siguiendo el ramal hacia el norte por densos bosques y pasando por encima del núcleo de Faramontaos, se llega a un área de descanso situada en un entorno natural surtido de formaciones de bolos redondeados por las fuerzas de la naturaleza. Prosiguiendo la ruta, se llega finalmente hasta Pena Corneira, el enorme bloque granítico de diez metros de altura con forma de cuerno que da nombre a esta sierra y que preside desde lo alto el Monumento Natural.
Al bajar desde Pena Corneira y siguiendo la carretera a mano derecha, ya fuera del itinerario, se llega al área recreativa de A Lama, en el municipio de Leiro, donde se puede visitar la iglesia románica del mismo nombre. Por un sendero peatonal se asciende hasta el mirador de Outeiral para contemplar unas excelentes vistas de la comarca y del espacio protegido. Leiro es, junto a Carballeda de Avia, uno de los dos núcleos de población más importantes en las cercanías del Camino Natural. También es posible disfrutar del paseo fluvial por el entorno del río Avia.
En los límites con la provincia de Pontevedra, la comarca ourensana de O Ribeiro está ligada históricamente a la producción del vino gracias a las excelentes condiciones climáticas de la zona, que favorecen su crianza. La configuración geográfica resguarda las hectáreas de cultivo de temperaturas y vientos extremos, evitando así el deterioro de las uvas.
Desde la antigüedad, los viñedos han sido la principal fuente de riqueza de la zona, extendiéndose por distintos municipios, como Arnoia, Castrelo do Miño, Leiro o Cenlle, encabezados por la capital, Ribadavia, y caracterizando de esta forma su paisaje.
Ya en el siglo III a. C. el historiador griego Estrabón hablaba del cultivo de la vid en O Ribeiro, pero fue en la Edad Media cuando la producción del vino inició su despegue. Aunque desde el siglo IX monarcas y señores poseían bodegas y viñedos, fue a partir del siglo XII cuando el cultivo de la vid comenzó a constituir la base de la economía en la comarca. Los monasterios jugaron un papel decisivo en este proceso a través de sus posesiones vitivinícolas, especialmente la orden del Císter, cuyos monjes se ocuparon con mimo del cultivo de la uva y del estudio de sus variedades autóctonas.
El cultivo del viñedo alcanzó su cenit durante los siglos XV y XVI con su expansión por España y Europa, sobre todo por las exportaciones a Flandes, la Bretaña francesa y especialmente a Inglaterra. En esta primera etapa de esplendor, los caldos del Ribeiro fueron utilizados para el trueque en el comercio del paño y del oro, siendo fundamental para su transporte la navegabilidad del río Miño.
En el siglo XVIII se inició la decadencia comercial del Ribeiro debido a las desavenencias políticas con Europa. Esta cuestión, unida a las dificultades en el transporte, encareció cada vez más el producto, entrando en competencia con vinos más económicos de Castilla y La Rioja, y provocando la pérdida de los mercados del norte de España. En el siglo XIX, plagas como el oidium y la filoxera hicieron perder protagonismo al viñedo, alentando la emigración de los habitantes de la comarca.
Actualmente, el cultivo del viñedo ha resurgido con fuerza, apostando por las variedades autóctonas que antaño le dieron su renombre mundial, entre las cuales la variedad de uva blanca treixadura es la estrella.