Este recorrido inaugurado en 2007, que une Villanueva de la Serena (Badajoz) con Logrosán (Cáceres), sigue un antiguo camino ferroviario proyectado para comunicar esta zona con Talavera de la Reina, cuyas obras se abandonaron definitivamente al inicio de la Guerra Civil. Su trazado, de 57,8 km, ofrece al viajero, además de la belleza de su paisaje, la posibilidad de acercarse a conocer la mayor área de invernada de las grullas que, procedentes del norte de Europa, acuden puntualmente cada año a su cita con las mejores dehesas peninsulares.
Este Camino Natural comenzó a gestionarse en 2001 al constituirse un consorcio que lleva a cabo las labores de su mantenimiento, formado por los ayuntamientos de Villanueva de la Serena, Don Benito, Navalvillar de Pela, Rena y Villar de Rena; las entidades de ámbito territorial inferior al municipio de Palazuelo (Villar de Rena) y El Torviscal (Don Benito), en la provincia de Badajoz, y los ayuntamientos de Alía, Campolugar, Cañamero, Guadalupe, Logrosán y Madrigalejo (de la provincia de Cáceres).
Todo el Camino está convenientemente señalizado y cuenta con áreas de descanso, y su firme compactado permite el cómodo tránsito de bicicletas o caballos.
El Camino comienza en los alrededores de la estación de Villanueva de la Serena, avanzando en dirección noroeste por la calle José Gallardo y posteriormente por el paseo Castelar. Tras un kilómetro, a la altura del cruce del paseo del Castelar con la calle Prolongació Occidente, una rampa permite bajar a la plataforma del antiguo ferrocarril, acondicionada como el Camino Natural y acompañada durante algunos metros por el ferrocarril moderno. El camino pasa por debajo de la Ronda de la Hispanidad y continúa hasta pasar bajo la carretera EX-A2-R2, y sobre un canal cercano a una pequeña zona de carrizos (Phragmites australis).
Un kilómetro y medio después del canal, al llegar a unas fincas particulares, gira noventa grados al este, pasando un camino hasta confluir perpendicularmente en otro donde continúa por la izquierda en dirección norte. La ruta continúa entre unas casas y un centro de jardinería hasta cruzar la carretera BA-060. El camino dibuja una curva hacia la izquierda jasta que vuelve a conectar con la antigua plataforma ferroviaria, y con el Camino Natural del Guadiana. Desde este punto, girando hacia la derecha, se cruza el río Guadiana por un viaducto, en cuyo inicio se encuentra un panel informativo sobre las características más destacadas de este tramo del Camino Natural.
La ruta prosigue en sentido noroeste, en paralelo a un camino asfaltado que conduce hasta el sifón del Canal de Orellana. Tras pasar por una pasarela sobre la EX-351 y posteriormente bajo la N-430, el camino abandona momentáneamente la plataforma ferroviaria reutilizada para recuperarla un kilómetro después tras rodear una zona de olivares y cultivos, poco antes de llegar a la estación de santa Rena. Unos cientos de metros después, el Camino cruza un puente sobre el río Gargáligas y, tras otros 3 km, a la altura de El Torviscal, pasa por debajo de un puente de tres ojos.
Este tramo de la ruta atraviesa un suave paisaje agrario de campos cultivados, y tras cruzar bajo otro puente de tres ojos que lleva a Palazuelo y un canal, llega junto a la estación de Campo Lugar (km 19,2). A un kilómetro de abandonar la estación, el paisaje se transforma en una tupida dehesa de encinas (Quercus ilex) por la que el Camino avanza zigzagueando en paralelo al río Ruecas, hasta cruzar el sifón del Canal de Orellana.
La ruta prosigue pasando sobre el Canal de Orellana y cruzando el río Ruecas por un puente, cercano a la desembocadura del arroyo Pizarroso, donde una vez más el paisaje recupera su tradición agrícola. Antes de llegar a la estación de Madrigalejos (km 29,9), salva la carretera EX-378 por una pasarela, junto a la que se encuentra un área de descanso desde donde se puede acceder a esta localidad por carretera, atravesando nuevamente una zona de dehesas.
Se continúa el camino dejando atrás una granja agropecuaria con un silo torre, adentrándose a continuación entre encinas y pastos, donde son frecuentes las charcas temporales que sirven de abrevadero para el ganado local que comparten en calma con cigüeñas (Ciconia sp.), grullas (Grus grus), y demás avifauna de la zona.
El Camino llega a la Balsa de Hitos (km 32), creada para asegurar el regadío de la finca del mismo nombre donde siempre pueden observarse limícolas y otras aves asociadas a los humedales. En este punto, el paisaje adehesado, una vez más, da paso a los cultivos seguidos por un retamar y, finalmente, una gran dehesa que acompañará al visitante hasta el final de la ruta.
Tras cruzar una carretera y el Canal de las Dehesas, se llega a la estación de Zorita- Lavadero (km 41,28), desde donde puede observarse el río Ruecas, que en algunos puntos se aproxima bastante al Camino Natural. A partir de aquí, el trazado prosigue paralelo al río por un paisaje muy homogéneo durante algunos kilómetros, abandonando definitivamente el río en las proximidades del embalse de Ruecas para continuar junto al arroyo Grande.
Acompañado de dicho arroyo, camino se aproxima en dirección noroeste a la localidad de Logrosán, pasando primero sobre la carretera de acceso a su casco urbano y posteriormente bajo la EX-102, donde el Camino Natural finaliza en la antigua estación, después de atravesar una zona de retamas y un tramo de suaves prados con matorral.
Desde esta estación parte también el Camino Natural de las Villuercas, que continúa atravesando la provincia de Cáceres en dirección noroeste.
La comarca de Las Villuercas se encuentra salpicada por infinidad de restos arqueológicos entre los que destacan los de los primeros asentamientos de Cañameros y de Logrosán, datados en la Edad del Bronce, hace 3.000 años, aunque probablemente el hallazgo más importante sea el Tesoro de Berzocana, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, consistente en dos torques celtas, encontrados casualmente por un pastor en el término municipal de esta localidad cacereña.
Estos dos collares de oro de gran tamaño, que aparecieron en un vaso de bronce y presentan una decoración elaborada con incisiones de rombos, líneas paralelas y triángulos, se han interpretado como un posible presente, o moneda de cambio al líder local que gobernara aquellas tierras por entonces, a cambio de ganado.
Cada otoño, las centenarias dehesas de Campolugar y Madrigalejo se transforman en la mayor área de invernada de grullas del continente, llegando a censarse unos 50.000 ejemplares.
Estas aves, procedentes del norte de Europa, llegan cada otoño en bandos familiares en forma de V, dispuestos a aprovechar durante los meses más fríos, la riqueza en semillas y frutos de estas zonas, para regresar a sus lejanos territorios de cría antes de que comience la primavera.