Partiendo del casco urbano de Corralejo, el camino se adentra en la naturaleza volcánica de Fuerteventura, pasando por calderas, conos volcánicos y otros restos originados por las distintas erupciones, entre los que destaca el Monumento Natural del Malpaís de la Arena, un bello campo de lava que se extiende hacia Lajares y La Oliva, lugar donde finaliza la etapa.
La etapa comienza en Corralejo, uno de los grandes centros turísticos de Fuerteventura. Su población es relativamente reciente, ya que no se pudo considerar puerto pesquero hasta el siglo XIX. Anteriormente, Corralejo sólo era un asentamiento temporal para los habitantes de la isla, que se dedicaban a la pesca y el marisqueo.
El camino comienza atravesando el casco urbano de Corralejo. Desde la plaza de Patricio Calero, la más antigua de Corralejo, se tomará la calle de Lepanto hasta la avenida de Juan Carlos I y, en dirección sur, el camino llegará a la rotonda Estrella del Norte, donde el trayecto gira en dirección a Morro Francisco. A partir de aquí, el sendero transita por pistas de tierra.
Una vez pasado Morro Francisco, en esta parte del camino se podrá observar las técnicas de cultivo tradicionales desarrolladas en Fuerteventura. Los arenados son un sistema de cultivo agrícola de secano consistente en cercados de muros de piedra seca para proteger los cultivos del ganado, fundamentalmente caprino, que pasta libremente por el monte. Aunque pudiera parecer lo contrario, la actividad pesquera en la isla fue escasa hasta inicios del siglo XIX, y su economía se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería.
Durante esta primera parte de la etapa, antes de llegar al pueblo de Lajares, se pueden observar diversos conos volcánicos del conjunto de Bayuyo, originados en el Pleistoceno, y un amplio campo de lavas que dieron lugar a los “malpaíses” en esta zona de la isla.
Después de pasar Caldera Encantada, entre Caldera Rebanada y el Calderón Hondo, se llega a un cruce donde comienza el sendero local SL FV 2, que lleva hasta Calderón Hondo y continúa hacia Lajares, donde conecta de nuevo con el GR-131 a la entrada del pueblo. Unos 2,5 km antes de llegar a Lajares el caminante se topará con un área de descanso de piedra a modo de refugio con dos mesas y bancos de madera dentro.
Se atravesará, acto seguido, el pueblo de Lajares, una pequeña localidad majorera del municipio de La Oliva de apenas 500 habitantes que se asienta en una planicie salpicada de molinos (alguno de ellos todavía en buen estado). La población está rodeada de campos de cultivo separados por muros de piedra seca, en algunos casos las mismas piedras secas utilizadas para la construcción de sus casas. También destaca la presencia de los camellos, utilizados aun hoy como animales de carga o para arar la tierra. Al SO de Lajares, y saliendo del trazado de la etapa, se localiza El barranco Melián, también conocido como barranco de los Encantados o de los Enamorados, declarado BIC (Bien de Interés Cultural) como zona paleontológica. Está compuesto por un conjunto de paleosuelos y dunas fósiles labradas por el agua, constituyendo un paraje de alto interés paleontológico, geológico, botánico, paisajístico, e histórico-cultural. Otro elemento patrimonial destacable en Lajares es la pequeña ermita de San Antonio de Padua.
Tras abandonar Lajares, el camino continúa hacia el sur por pista pasando la finca ecológica El Mojón de Matías, atravesando zonas de cultivos, donde habrá otra área de descanso de las mismas características que la descrita anteriormente.
En este tramo se distinguen, a la izquierda, las tradicionales “gavias”, un sistema de cultivo basado en la inundación de una parcela rodeada por muros de piedra o tierra. Durante todo el recorrido, es muy habitual observar este tipo de estructuras de aprovechamiento de agua, desarrolladas en Fuerteventura debido a las escasas lluvias que recibe la isla.
El camino prosigue por pista avanzando por las laderas de Tejate y, poco después, bordea la montaña de la Arena con su respectivo malpaís, el Monumento Natural del Malpaís de la Arena, manteniendo la montaña a la derecha.
Después de bordear la montaña de la Arena, el sendero pasará al pie de la montaña de los Saltos, que quedará a mano izquierda, desde donde se empezará a vislumbrar los molinos que anuncian la cercanía del pueblo de La Oliva.
A continuación, el caminante deberá adentrarse en el Monumento Natural del Malpaís de la Arena por su extremo sur, en dirección a La Oliva. El camino sigue por un sendero marcado con piedras en los bordes y luego por pista, hasta llegar de lleno a la carretera general, lugar donde se encuentra la entrada del pueblo.
Al entrar en la zona urbana de La Oliva, sobresale a la derecha la Casa del Inglés, un buen ejemplo de arquitectura civil pudiente en el que destacan las almenas que coronan la casa, elementos arquitectónicos de origen militar que en Fuerteventura se utilizaron como decoración y eran signo de distinción y poder, imitando las construcciones de los señores de la isla.
El tramo termina en la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria (BIC) una de las iglesias más grandes de la isla y en cuyo presbiterio se encuentran los cuadros realizados por Juan de Miranda, una de las obras más relevantes que se conservan en Fuerteventura. En la misma plaza también se encuentra el ayuntamiento.
La Oliva es el centro administrativo del norte de la isla y en su municipio también se encuentra la famosa Casa de los Coroneles, recientemente restaurada. Detrás de la iglesia se puede visitar el Museo del Grano La Cilla, dedicado a la agricultura insular. Otros lugares de interés a disfrutar en La Oliva son el Centro de Arte Canario Casa Mané, la ermita de Puerto Escondido, la Casa del Capellán o el Centro de Artesanía Monasterio entre otros.
Al inicio de esta etapa se encuentra este espacio protegido, de unas 2.400 ha de extensión, conformado por un campo de dunas de gran interés científico y paisajístico, que se asienta sobre las coladas del conjunto eruptivo del Bayuyo y que combina dunas fijas y móviles de origen marino que se proyectan al interior por la acción eólica hasta llegar a Montaña Roja (312 m), donde los vientos dominantes desvían la arena al mar. Como biotopos representativos se pueden encontrar conos volcánicos, dunas, cuencas endorreicas, coladas de piroclastos y rocas marinas. Es refugio de especies de flora y fauna propias de ecosistemas halófilos costeros y zonas esteparias.
Al igual que el PN de Islote Lobos, goza de las mismas figuras de protección por los singulares valores ambientales de flora y fauna que alberga, principalmente aves, siendo un lugar excepcional para el avistamiento de estas.
La montaña de la Arena, con unos 420 m de altura, representa el último episodio de origen volcánico registrado en Fuerteventura. Con menos de 10.000 años, su volcán es el más reciente de la isla. Una de sus últimas erupciones dio lugar al Malpaís de la Arena, una superficie de 810 ha que se originó por la extensión de las coladas en dirección a Lajares y La Oliva.
El volcán de la Arena y sus lavas asociadas conforman el Monumento Natural dentro de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, y cuenta con un alto interés geológico, geomorfológico y paisajístico. Se trata de un bello paraje de extrañas formas que se mantiene prácticamente intacto.
Aunque la vegetación está poco desarrollada, en este campo de lavas se encuentran algunas de las mejores poblaciones de tabaibas (Euphorbia sp.), aulagas (Calicotome spinosa) y líquenes de Canarias. La fauna está representada sobre todo por reptiles, aunque cuenta con una avifauna interesante con especies como la tarabilla canaria (Saxicola dacotiae), el bisbita caminero (Anthus berthelotii) y el alcaudón real (Lanius excubitor koenigi).
La Casa de los Coroneles se encuentra situada en medio de un vasto llano al sur del núcleo urbano de La Oliva, donde sobresale por la magnitud de sus dimensiones. Se trata de un conjunto arquitectónico militar, del siglo XVIII, compuesto por una gran casona de estilo canario, una plaza de armas, una serie de edificaciones adyacentes para la servidumbre, caballerizas y un aljibe, todo ello rodeado por un entorno eminentemente agrícola.
Este edificio señorial tiene un significado histórico dentro del ámbito socio-económico de Fuerteventura por haber sido la residencia oficial de la oligarquía militar que ejercía el dominio en la isla. El complejo cívico-militar data de la segunda mitad del siglo XVII bajo los auspicios de la familia Cabrera Bethencourt.