Según cuentan las crónicas, en el siglo XIV toda la comarca del Bages sufrió una devastadora sequía que produjo una disminución de la producción agraria. La solución definitiva del problema llegó en 1383, cuando 44 años después de su inicio, finalizó la construcción de la Séquia. Se trata de un canal de 25 km que desde hace más de seiscientos años continúa llevando las aguas del Llobregat desde Balsareny a Manresa.
Inicialmente el canal se ideó con la finalidad de crear una amplia extensión de huerta, y como garantía del suministro. Hoy, además cumple la función de abastecimiento de agua para consumo de Manresa y otros municipios de la comarca. Para el mantenimiento de esta impresionante obra de ingeniería se acondicionó un camino paralelo, que se encuentra cómodamente acondicionado para el paseo.
El punto de inicio de este Camino Natural es la reclosa dels manresans en Balsareny, donde las aguas del Llobregat son captadas en una represa semielíptica, construida originalmente con troncos de madera y más tarde recubierta con hormigón. En una caseta adyacente se regula la entrada de agua al canal que en este primer tramo es subterráneo. Es un lugar muy interesante por ser punto de reunión de numerosas aves acuáticas y por ello se ha instalado un puesto de observación desde donde es posible avistar entre otras muchas especies, cormoranes (Phalacrocorax carbo), ánades reales (Anas platyrhynchos), fochas (Fulica atra), pollas de agua (Gallinula chloropus) e infinidad de paseriformes.
Desde la represa de Balsareny, el Camino discurre a orillas del Llobregat entre un bosque de ribera que da paso a un conjunto de abarrotadas y centenarias huertas, que dependen de las aguas de la Séquia. El primer cruce da la opción de acercarse hasta el castillo de Balsareny, construcción de estilo gótico, a tan sólo 1,6 km, aunque la ruta continúa hacia el acueducto de Santa María, que el viajero encontrará antes del solemne puente que en este punto se eleva sobre el río Llobregat. Allí mismo el visitante puede tomar agua en la Fuente de Sant Roc, antes de continuar su marcha entre pequeños huertos.
El Camino pasa por debajo de la carretera y discurre paralelo a ella por un paseo entre nogales (Juglans regia). En este punto se distingue la antigua fábrica de textil “El Molino”, y un poco más adelante se encuentra un pequeño desvío hacia la izquierda que lleva hasta el acueducto de la Vinya d’ en Martí. La ruta sigue su recorrido a la vera de la acequia y acompaña a la carretera hasta un nuevo cruce con la misma donde, al no haber un paso acondicionado para peatones, hay que extremar las precauciones ya que en este punto los vehículos circulan a gran velocidad.
El siguiente tramo de la senda deja una cantera a su derecha antes de llegar a un área de descanso, dónde un panel interpretativo describe las características más destacadas del trayecto. En todo momento la señalización, indica la dirección a tomar y la distancia que resta hasta el siguiente punto de interés, el acueducto de Conangle, que fue construido en 1340 y consta de siete arcos con una longitud total de 103 m.
La acequia atraviesa una granja hasta llegar a los alrededores de Sallent, acercándose al trazado de la autovía. En este punto está canalizada de forma subterránea siguiendo el trazado de la carretera, pero el Camino discurre paralelo a una vía del tren que transporta a Barcelona las sales de potasio de las minas de Sallent, que se encuentran más adelante. Dejando el desvío hacia el acueducto de Vilar, hoy en día en desuso, el Camino se ve interrumpido por las vías del ferrocarril; al otro lado, la acequia vuelve a salir a la luz tras su tramo subterráneo.
(Por motivos de seguridad, para no tener que atravesar las vías, se puede continuar en paralelo a ellas durante algo menos de 1 km, hasta llegar a un paso sobre el ferrocarril, en la ruta de camino al poblado del Cogulló, que si se toma a la izquierda lleva de nuevo hasta las cercanías de la acequia y del Camino Natural en el desvío mencionado en el párrafo anterior)
Las montañas contiguas de aspecto lunar, son los restos minerales resultantes de las labores de extracción de potasio que atraen la atención del caminante hasta llegar al desvío del poblado ibérico del Cogulló, que era un oppidum o poblado amurallado que fue abandonado en época romana. Para visitarlo es necesario pedir cita con antelación.
El Camino continúa junto a la Séquia, cruzándola en ocasiones antes de llegar a la Mas de Les Coves, casa solariega que conserva la típica estructura medieval con recinto fortificado presidido por una torre defensiva. Desde este punto la senda se abre a un paisaje rural de tierras de labor, en medio de las que se levanta la ermita románica de santa Magdalena Bell-lloch, a la que se puede acceder desde el mismo cruce que lleva a la Font del Rei, a escasos 150 m.
Más adelante se adentra en un frondoso bosque de encinas (Quercus ilex) donde, en un claro, se encuentra el Anfiteatro de la Sala, un espacio empleado como aula de naturaleza al aire libre.
El agua fluye por la Séquia pasando por los treinta y un acueductos que atraviesa en su recorrido, hasta que en la lejanía se distingue el polígono industrial de Santa Ana. Tras atravesarlo es necesario seguir la dirección que conduce hacia el acueducto de Bonegues, para seguir después por un agradable paseo bajo pinos (Pinus sp.) que desemboca en una carretera que, una vez más, hay que cruzar con precaución.
El Camino continúa por tierras arcillosas hasta la depuradora de aguas potables de Sant Fruitós de Bages, ofreciendo en la primera intersección, ubicada un poco más adelante, la posibilidad de acercarse a visitar la capilla románica de santa María, edificada en el siglo XII, muy bien conservada, o la de santa Anna de Claret, construida en 1762, de estilo barroco.
A escasos 600 m asomará la Casa del Sequiaire, edificio donde vivía tradicionalmente el encargado del mantenimiento de la acequia. Tras cruzar otro de los impresionantes acueductos, esta vez el del Riu d’Or, el Camino alcanza la zona de recreo de la Font de la Riera, donde es posible recargar las provisiones de agua mientras se disfruta de un reparador descanso.
El último tramo del recorrido serpentea entre huertas y cultivos, en ocasiones custodiados por espantapájaros, hasta atravesar las vías del tren para acercarse a la ermita i mas de sant Iscle, una de las casas de origen medieval más antiguas de la comarca de Bages, donde también se puede visitar otra iglesia románica.
Tras pasar un área de descanso, se salva por un túnel la carretera C-25, desembocando en el parque de L’Agulla, donde un estanque artificial garantiza el abastecimiento de agua y recoge el caudal del canal, finalizando el recorrido de este Camino Natural a escasos metros del centro de visitantes del parque de la Séquia.
En el siglo XIV, el pueblo de Manresa, tras una época de dura sequía, reclamó la construcción de una acequia que garantizase el abastecimiento de agua al rey Pere III de Cataluña. El obispo de Vic se opuso a la obra de la Séquia porque se negaba a que el canal atravesase las tierras del obispado, llegando a amenazar con excomulgar a los manresanos si se comenzaba aquella obra.
Cuentan que entonces se produjo un milagro que se repitió tres veces: un sorprendente haz de luz alcanzó la iglesia del Carme desde la cordillera de Montserrat. Este suceso se interpretó como una señal divina que hizo que el obispo de Vic cambiara de parecer y concediera el permiso.
Después de cinco años de interrupción de las obras, el rey promulgó la denominada “Concordia” que fue apoyada por el Papa Clemente VI y el agua finalmente llegó a la capital de la comarca del Bages.
Desde entonces cada febrero se celebra en conmemoración de estos prodigiosos hechos una fiesta popular llamada “La Festa de la Llum”.
En el año 1962 la Junta de Aguas de Manresa vio la necesidad de construir un lago artificial para garantizar el suministro de agua a la ciudad en caso de avería de la Séquia.
Las obras comenzaron cuatro años después pero, debido al tipo de terreno, fue necesario recubrir toda la superficie del estanque con losas de hormigón armado, terminándose su construcción en el año 1974.
Este lago enclavado en el parque de l’Agulla, tiene una capacidad de 200.000 m3 y asegura el abastecimiento a los depósitos de la ciudad durante seis o siete días.
Para evitar la instalación de industrias en el entorno del embalse, se creó un espacio de protección que hoy constituye el parque de l’Agulla y es uno de los lugares de recreo preferido por los manresanos.