Resumen: El sector agrario es, entre los grandes sectores económicos, el único que presenta una conciencia de grupo con intereses comunes que defender. Dentro del grupo agrario pueden establecerse cuatro «status»: primero, el de los latifundistas, grandes propietarios que residen en la ciudad y que se ocupan esporádicamente de sus fincas; el segundo, el de Ios propietarios medios, que dirigen la explotación aunque no la trabajan de forma personal y necesitan la colaboración de asalariados; el tercero, el de los pequeños empresarios cultivadores directos, en propiedad o arrendamiento, con escasa rentabilidad que, frecuentemente, abandonan el campo trasladándose a la ciudad y el cuarto, el de los asalariados, aún más afectados por la corriente emigratoria. Frente a la intervención estatal en los asuntos agrícolas, los cuatro grupos señalados no presentan la misma actitud. En los superiores, especialmente el latifundismo, se sostiene una ofensiva permanente contra la política agraria, pero, al mismo tiempo, se procura que esa política sea elaborada por elites simpatizantes o insertas en el grupo. La agresividad de los pequeños agricultores es menos sostenida. El de secano se considera como miembro de una clase a extinguir y su escepticismo hacia la política le inhibe a actuar y el de regadío fija sus aspiraciones en los precios y ante la caída de estos hace patente su protesta.