Resumen: La expansión de la industria azucarera, a principios del siglo XX, provocó un importante desarrollo de los cultivos azucareros y la consolidación de tres focos productores de materia prima: caña de azúcar en las costas de Granada y Málaga, y remolacha en la Vega granadina y en los valles del Duero y del Ebro. La producción de esta última zona era más competitiva. La competencia entre los tres núcleos se tradujo en la lucha de cada uno de ellos por lograr las mejores condiciones de protección estatal. Con este fin, los cultivadores apelaron a sus representantes ante las instituciones, en especial, a los diputados y senadores de sus distritos. En 1914, durante la discusión de un Proyecto de ley que rebajaba el Impuesto sobre el azúcar, convergieron las estrategias de los parlamentarios defensores de los cañeros andaluces y los remolacheros aragoneses y granadinos. Cañeros y remolacheros andaluces reclamaban una mayor reducción impositiva, respecto a los remolacheros aragoneses, a modo de impuesto diferencial, para compensar la menor rentabilidad de sus productos. Los remolacheros aragoneses, con el apoyo de la Sociedad General Azucarera, se opusieron a sus demandas. Al final se impusieron las tesis de estos últimos.