Resumen: Al finalizar la guerra civil, la agricultura constituía la actividad más importante de Lleida y su comarca. La ralentización general del desarrollo de los otros sectores producida por el impacto de la contienda y, sobre todo, la política autárquica del Nuevo Estado franquista, garantizaron la continuidad de la preeminencia económica del sector primario. El trienio 1936-39 representó, al igual que para el resto del país, el final de un período caracterizado por una cierta modernización de la estructura productiva y, a la vez, el inicio de una de las recesiones económicas y sociales más notables de su historia reciente. Más allá de las consecuencias derivadas directamente de los efectos de la contienda, las causas reales de esa situación -o, cuando menos, las de su excesiva prolongación- hay que buscarlas en la política agraria adoptada durante los años cuarenta. La gestión gubernamental se preocupó más, en efecto, por satisfacer los intereses de los terratenientes que por mejorar la situación del campo o satisfacer las necesidades más elementales de la población. Dicha actuación tendió eficazmente, a través de la política fiscal, de la política de colonización y de la política intervencionista, a garantizar un proceso de acumulación de la renta agraria en el que la gran beneficiaria fue, en detrimento de una inmensa mayoría, la minoría latifundista.