Resumen: Asociadas a una política monetaria y salarial muy rigurosa, la eliminación de subvenciones y la liberalización de los precios de los monopolios industriales y comerciales del Estado, a los que se concedió la autonomía en tanto se abordaba una problemática privatización global, provocaron en I991 un acusado ajuste recesivo a expensas de los consumidores y de la agricultura checoslovacos. El incremento de los precios al por menor ha contribuido a la disminución de los consumos alimentarios urbanos en un 20 a 30%. Esto, unido al estancamiento de los precios agrarios, a la duplicación de los precios de los factores de producción, a la caída de las subvenciones y a la liberalización de las importaciones (convertibilidad de la corona) sitúa a la agricultura en una grave crisis financiera y excedentaria. Ante los mercados internacionales deprimidos por los proteccionismos occidentales y por el hundimiento soviético, los elevados costes heredados de la agricultura salarial y dirigida, y de una industria alimentaría obsoleta, imponen la protección en las fronteras, un apoyo mínimo a los precios o rentas agrarias, un régimen de subvenciones a la exportación y sobre todo un reajuste recesivo rápido de la producción en su mercado interior reducido. Esta recesión agrícola se halla ya ampliamente extendida. Es muy dudoso que se consiga una reestructuración agrícola rápida y eficaz a través únicamente de las vías de la privatización y de la «reprivatización» previas de la tierra y del capital, y la inversión extranjera sólo ofrece un futuro prometedor, aunque selectivo, como usuaria de, factores de producción. Los crecientes riesgos de una crisis social (huelga, pobreza) y del separatismo eslovaco exigen una política industrial activa en el sector agroalimentario así como en el conjunto de la economía.