Resumen: La repercusión de crisis de la energía sobre los agricultores se manifiesta bajo tres principales efectos: reducción de la producción, disminución de sus rentas y aumento de los precios de los productos agrarios. Y para tratar de paliarlo los agricultores pueden, y deben, hacer algo más que colaborar simplemente en las ayudas que les presten sus respectivos gobiernos, poniendo para ello en juego su capacidad para captar la energía solar a través de determinados «biomedios» procedentes del propio sector y de la conversión de determinados productos agrícolas en combustibles líquidos. Los necesarios reajustes de la agricultura para adaptarse a la utilización de las nuevas fuentes de energía han de tener muy en cuenta la heterogeneidad de las condiciones en que se desenvuelven los agricultores en los diversos países.