Resumen: El presente trabajo analiza cómo se explotaban durante el siglo XVIII las tierras no cultivables de uno de los estados sectoriales del antiguo régimen peninsular, el señorío aragonés de Luna, adscrito a la casa ducal de Villahermosa. La estrategia del señor de Luna se centró, en una cuidadosa y restrictiva organización de su estado -tras la expulsión de los abundantes moriscos del señorío- a través de unas nuevas «ordenaciones» que sirvieran a sus intereses expansionistas. Con ellas se consagraba, por escrito, la ampliación no sólo de su patrimonio de tierras de labor, sino de las tierras de pasto, muchas de ellas contenidas en las tierras Comunales De este modo se mermaron las capacidades agrícolas y ganaderas de los vecinos a la par que se revalorizaron las propiedades de pasto que, convenientemente arrendadas por la administración señorial, suplieron interesantes beneficios. La gestión de las tierras incultas del estado de Luna no arrojan matices pesimistas durante el siglo XVIII. Se revalorizaron los pastos por el nuevo vigor de la trashumancia pirenaica que los utilizaba como pastos de invernadero. Se incrementó el costo de los arrendamientos, a tenor de la demanda vecinal y de la creciente demanda de cierta burguesía catalana y nacional, interesada con la especulación del comercio de la tierra.