Resumen: Rompiendo con una arraigada tradición histórica, la agricultura familiar predominante en las cuencas del Ebro y del Duero ha generado unas fórmulas asociativas perfectamente diferenciadas, desde el punto de vista organizativo e ideológico, del sindicalismo católico dominante con anterioridad a la guerra civil. Tras algunas consideraciones explicativas de esta histórica novedad (relativas a la génesis de las «guerras agrarias», y a los cambios en la posición de la Iglesia y de los partidos de izquierda ante los fenómenos agrarios), este artículo analiza cuál ha sido el desarrollo organizativo de este movimiento social agrario, desde la doble perspectiva de su dinámica interna y de los cambios en el marco institucional en que debe desenvolverse. Cabe distinguir, así, entre la problemática de las organizaciones territoriales: las Uniones de Agricultores y Ganaderos, y de la organización cúpula: la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COA G). En el primer caso, la paulatina profesionalización de sus dirigentes, el desarrollo de los equipos técnicos y la creciente actitud instrumental de los asociados determinan procesos de centralización y jerarquización. La COAG, en cambio, no ha alcanzado todavía un punto de equilibrio entre la exigencia de autonomía de sus organizaciones miembro, y la necesidad de intervenir con eficacia ante la Administración Central, para lo cual resultan imprescindibles dosis mínimas de centralización de la capacidad de decisión y de disciplina.