Resumen: Partiendo de un hecho documental como es el “fuero” concedido por los monjes de Moreruela a sus súbditos de Riego en 1279, que revela la existencia a finales del siglo XIII en la parte más occidental de la Tierra de Campos de una división de los terrazgos cereales en “hojas de cultivo”, se intenta comprender y explicar cuáles fueron las condiciones y los factores que posibilitaron, en esa zona y fecha tan temprana, el establecimiento de una rotación de cultivos. Por eso, después de ponerse en duda –por considerarse demasiado simplista– la explicación maltusiana de esta cuestión que imposibilita la existencia de dicha práctica colectiva antes del siglo XV y ante la mayor abundancia de espacio con relación a la población, se retoma el problema desde una perspectiva más amplia integrándolo en el más general del uso del suelo. Se explica cómo en la fase de la expansión medieval, en la que el suelo era cada vez más escaso debido a sus diversos usos y al mayor control señorial, se hace necesaria una reorganización mejor y más compleja de las tierras de cultivo disponibles paralela a la mayor protección que reciben los espacios sin cultivar, revalorizados por la creciente demanda de productos forestales y ganaderos.