Resumen: Entre los objetos que constituyen el patrimonio rural, los recursos agrarios y alimentarios locales y tradicionales, llamados «productos de la tierra», encarnan en la actualidad las esperanzas de un número cada vez mayor de agentes. La extrema diversidad de los sistemas de producción., de las relaciones con la tierra y de las representaciones correspondientes contradice la coherencia artificial que subyace a esta expresión. Con todo, ello no debe hacernos olvidar lo que tienen en común: el hecho de inscribirse en una cultura. Recientemente se ha promulga-do una reglamentación sobre su protección a escala europea. Esta hace referencia a la tradición, el carácter local, el origen y el prestigio y se apoya implícitamente en nociones como la notoriedad, la autenticidad, la tipicidad y las costumbres. Estos términos, a los que el sentido común atribuye cierto contenido, no han sido objeto de una reflexión detenida, a pesar de que se trata de atribuir a tales productos una existencia reconocida. Actualmente, la posibilidad de examinar los modos mediante los cuales se construye el estatuto social de estos productos constituye un inmenso observatorio en tiempo real.