Resumen: Toda reforma agraria que en el mundo ha sido, cualquier reforma agraria que el futuro nos depara, serán, ante todo y sobre todo, un camino para igualar a los hombres entre sí. Para conseguir el ideal igualitario caben dos caminos: el de la revolución o el de la reforma. El primero supone el desprecio por el Derecho; el segundo, que Ballarín llama «reformismo permanente», es para él, el único aceptable. Sobre este segundo camino analiza el autor las características del reformismo permanente y señala su objetivo en España y América. Después de referirse el personalismo hispanoamericano, se adentra en la concreción de este personalismo en el tema clave de la reforma de la Empresa, ya que la vieja nación de reforma agraria ha de ser sustituida por la reforma de la empresa agraria, de una parte y por la de la reforma de la agricultura por otra.