Resumen: Una consideración simplista de la emigración la reduce a un trasvase de población sobrante en el campo, por efectos del progreso técnico, y necesaria en las regiones industrializadas, por el desarrollo de la industria. Pero para comprender sus repercusiones no basta con atender a la cifra total de los desplazamientos; hay que aclarar las características de los que emigran. No toda la población campesina es emigrante. La emigración está condicionada por la geografía, por la estructura social (trabajadores agrícolas, hijos de pequeños propietarios, etc.), por la edad y por el sexo. En la ponencia se discute el papel de estos factores en la actual emigración española. En la medida en que la emigración española puede considerarse como una «huida ante la miseria» -y ciertos factores invitan a entenderlo así-, puede reducirse a la compensación de un desequilibrio, y, por tanto, puede juzgarse favorablemente para el campo. Pero, en gran parte, la emigración es el resultado de una voluntad activa de promoción, como lo revela el predominio de jóvenes entre los emigrantes. En este sentido, la emigración actúa como una «selección a la inversa» y tiene efectos fatales para el campo, porque le quita los elementos que podrían impulsar su desarrollo.