Resumen: Este artículo se ocupa de la transformación de la agricultura en la Andalucía mediterránea. Esta región de clima semiárido se caracterizó hasta el comienzo del siglo por una economía agropastoril, una estructura de la propiedad agraria que combinaba el latifundio y el minifundio, y diversas actividades complementarias orientadas al sector industrial y reveladoras de la dependencia local respecto del exterior. La crisis de los años treinta repercutió en nuestra zona de estudio, el Campo de Níjar, y supuso el comienzo de una profunda decadencia demográfica y económica. Hacia los años 50, el Estado franquista decidió la aplicación de un plan de colonización e inició obras de regadío. Tras un período de control estatal, en el que la producción revistió una forma parcelaria asistida, se desarrolló un sector de pequeños propietarios particulares, con el carácter de productores directos, merced a la introducción de nuevos métodos de cultivo. No obstante, la insuficiencia de sus medios financieros obligó a los grupos domésticos a combinar varias actividades para poder modernizar su explotación. Por otra parte, estas innovaciones supusieron una intensificación de las labores manuales, que permiten la realización de varios ciclos cortos en una misma parcela durante el mismo año. Por lo demás, al tratarse de un trabajo esencialmente doméstico, las decisiones de cultivo se ajustaron a la estructura de la familia. De igual modo aparecieron «nuevas» formas de ayuda mutua o de subordinación en las relaciones de parentesco, tales como la aparcería entre suegros y yernos. La implantación reciente de una empresa de congelados significa el comienzo de una nueva fase de la sumisión de esta pequeña producción parcelaria a la lógica del intercambio generalizado.